El proyecto empezó con un estudio energético que permitió detectar los puntos de pérdida de calor: la cubierta y el núcleo de escaleras, que contiene el acceso a la vivienda. Esto permitió minimizar la intervención, además de aprovecharla para actualizar la fachada, respetando la pureza del volumen original de obra vista.
Controlada la envolvente, y tras comparar los diferentes sistemas de climatización, se apostó por un suelo radiante de agua conectado a la aerotermia, que permitía reducir el consumo a más de la mitad a la vez que garantizando el confort: ahora hay tres niños en la casa.
Esta intervención, que posibilitaba sustituir la antigua baldosa por parquet, conllevó rehabilitar la escalera, haciendo del núcleo de la vivienda un espacio de luz, blanco y de madera;
La adaptación se terminó con la actualización de los baños, las antiguas puertas de cuarterones e incluso la chimenea de mármol, en el centro de la vivienda.
